A través de la educación vial y la reflexión personal acerca del flagelo de la seguridad vial, los usuarios viales podemos focalizarnos en comprender e internalizar claramente el beneficio de por qué debemos conducir ejerciendo conductas viales adecuadas.
La seguridad vial depende de innumerables factores. No obstante, no existirá posibilidad de combatir este flagelo si el cambio no se genera desde los propios usuarios de la vía pública, de manera paulatina y progresiva. Esto tiene que ver con un cambio de conducta, un cambio de hábito, de concientización del uso adecuado de los espacios públicos y privados.
Al no cumplir con las normativas de tránsito previamente estipuladas, los usuarios viales nos zambullimos en una transacción y negociación permanente con el otro, en puja por un ocupar primero los espacios en el tránsito vial. Generamos situaciones violentas que podrían evitarse ello provoca un doble esfuerzo físico y mental.
¿Acaso no es más sencillo cumplir las normas? ¿Acaso no es más gratificante conducir de manera defensiva en vez de conducir agresivamente? Ganaríamos calidad de vida, tendríamos la posibilidad de reducir nuestro nivel de tensión y estrés y sobre todo, salvaríamos vidas.
La invitación es a ser parte de la solución y no del problema; a manejar defensivamente a través de conductas viales adecuadas, a respetar las normas aunque otros no lo respeten, sentir orgullo y bienestar por dar el ejemplo y ser parte de los usuarios que transitan por el espacio público con responsabilidad.
Por Laura Verónica Stejman
Comunicadora social